Los centros de interés son una opción metodológica basada en la acción: «La escuela por la vida y para la vida».
Ovide Decroly (1871-1932), desde un enfoque globalizador, introduce los centros de interés como propuesta pedagógica intentando dar respuesta a las necesidades e intereses naturales de los alumnos. Son para Decroly, las «ideas – fuerza» que mueven y motivan a los alumnos, pues se parte de sus necesidades físicas, intelectuales y sociales.
Los centros de interés giran en torno a cuatro grandes necesidades:
- alimentarse para conservar y desarrollar la vida
- protegerse contra la intemperie
- defenderse contra el peligro
- actuar y trabajar solidariamente, de recrearse y mejorar…
El niño, desde muy pequeño, relaciona estos centros con otros intereses:
- los animales
- las plantas
- la naturaleza
- las sociedades
- las civilizaciones
- las culturas
Esta pedagogía activa y del interés parte de lo simple para llegar a lo complejo, de lo familiar y conocido para llegar a lo desconocido, de lo concreto para llegar a lo abstracto… Por ello, cada centro de interés se desarrolla en tres fases:
- La Observación. A través de la observación directa se descubren las cualidades sensoriales de los objetos: se palpa, se pesa, se huele… Es el inicio del método científico.
- La Asociación. En este proceso se relacionan los conocimientos previos de los alumnos con los adquiridos en la observación, potenciando la ordenación, comparación, seriación, tipificación, abstracción, generalización…
- La Expresión. La expresión sería la culminación del proceso, y en ella podemos destacar: Expresión concreta (materialización de sus observaciones y creaciones personales; se traduce en dibujo libre, trabajos manuales…). Expresión abstracta (materialización del pensamiento a través de símbolos y códigos convencionales; se plasma en texto libre, lenguaje matemático, musical…)