En este lluvioso día, me llaman para venderme un seguro médico privado, que incluye también decesos, hogar… bla bla bla.
Ante mis «gracias, no me interesa» (varios, ya que el hombre seguía recitando las bondades de su producto), el tipo me suelta lo siguiente:
– Con este seguro te sale el médico gratuito.
Sentí mi ceja izquierda irse hasta la nuca y le respondí «y con la seguridad social« un «gracias, no me interesa» más y colgué.
En fin, por dónde empezar… (intentaré ordenar todo lo que se me ha pasado por al cabeza)
Primero. Si me llamas para venderme un producto o servicio con un coste que debo asumir, la prestación que el mismo me da, no es gratuita… (Hay que mejorar la formación en venta telefónica de la empresa, o el guion que se les facilitan)
Segundo. Es gratuita, porque se financia con impuestos. Siempre digo que «nada es gratuito», otra cosa es que tu no percibas el coste, pero si tú no pagas, alguien o algo ha asumido el precio por ti.
Tercero. Para nada quiero demonizar la sanidad privada (o cualquier servicio privado), me parece genial la gente que opta por este tipo de seguros o servicios. Yo también he acudido (y acudo) a ella puntualmente. Es una opción, y un privilegio poder permitírsela.
Cuarto. Ya que menciono el privilegio. Si es para todas las personas, es un derecho, si solo algunas pueden, es privilegio.
Quinto. Me molesta que quieran venderme cosas (entiendo que es su curro, pero…) Ya compro yo lo que quiero.
Sexto. Me jode que vendan las bondades de los servicios «exclusivos» cuando creo, que estos debieran ser públicos, un concepto que me encanta. Tanto que os dejo una captura de su definición según la RAE, marcadas con las dos acepciones más bonitas:
Final. Toda esta ida de olla, para acabar diciendo lo que pienso en un una única frase (que queréis, mucho café y tarde libre…):