Cuaderno de Animación Nº 3

Que mejor para celebrar el Día del Libro, que compartir el tercero de los cuadernos de Animación.

En el año 2002 Asturactiva consiguió editar dos cuadernos, este compuesto con diferentes experiencias sobre ASC y reflexiones del ámbito social, y el Nº 4 que recogió las actas de la II Escuela de Formación en ASC (ese para el próximo mes)

 

Cuaderno de Animación Nº 3


 

¿Qué encontrarás en este cuaderno?

  • Sembradores de inquietudes. María Elena Sopeña Vallina.
  • ¡Yo de mayor quiero ser…! Huber y Ana Animación.
  • Experiencia de centros de día para menores. Fundación Siloé.
  • AGISDEM: Diez años de lucha por la integración. Roberto González Álvarez.
  • Consideraciones en torno a la intervención socioeducativa con la comunidad gitana. Juli Almeida Rodríguez.
  • Ravalnet: Red ciudadana del barrio del Raval en Barcelona. Ravalnet.
  • Asturias y la formación en el tiempo libre. Natalia Pérez Sánchez.

Cuaderno de Animación Nº3

Edición: Asociación Cultural Asturactiva. Año 2002

El referente de lo cotidiano

Repasando para impartir el curso de monitor/a de tiempo libre con el que estoy actualmente, me encontré con un artículo de Rafael Mendia (en su web tenéis muchos más artículos, guías y contenidos interesantes) del que releí con ganas el apartado «El referente de lo cotidiano».

La educación en el tiempo libre juega un papel crucial como referente en la educación cotidiana, ya que complementa y enriquece el proceso educativo formal que ocurre en la escuela o en otros entornos (Aprendizaje experiencial, desarrollo de habilidades blandas o el fomento de la autonomía y la responsabilidad)

A continuación os dejo esa parte del artículo

El referente de lo cotidiano

Uno de los avances más significativos en la reflexión sobre la pedagogía del tiempo libre es la valoración que se hace de la vida cotidiana. La vida cotidiana como motivo de la vida del grupo, como contenido. El trabajo en la cotidianeidad como camino hacia la autonomía. Superadas las posibilidades de sorprender de las novedades que el educador prepara para el grupo de educandos, se llega inevitablemente a descubrir la vida de todos los días, como objetos de desarrollo personal y social. Lo cotidiano como marco o escenario de la educación en el tiempo libre.

Las primeras aportaciones educativas, haciendo relevante lo cotidiano como escenario de educación en el tiempo libre, las realizan Franch, J., y Martinell, A. (1985), al realizar reflexiones de gran interés en cuanto a la vida cotidiana como ámbito educativo.

Señalan dichos autores que «será bueno recordar que los procesos de estructuración del ego, desde el nacimiento hasta los seis años, son realizados fundamentalmente a través de una relación intensa con el núcleo familiar—un núcleo reducido y muy impregnado de significación afectiva—, y, sobre todo, utilizando casi únicamente aquello que ocurre cada día, lo cotidiano. ¿Es necesario decir que éstos son los procesos que tienen mayor trascendencia en el desarrollo posterior de los niños y niñas?».

«En el marco de la educación del ocio, si se plantea la utilización de la cotidianeidad con una finalidad educativa, se puede aspirar a hacer una contribución esencial a la estructuración de la personalidad de los niños o muchachos y a ayudarles a caminar en dirección a un progreso sustancial de su autonomía personal. »

Los autores citados indican que no inventan nada nuevo, ni descubren ninguna metodología que no haya sido insinuada ya antes; diversos autores de nuestro siglo, aunque quizá no lo hayan planteado abiertamente, insinúan las posibilidades de una utilización de la cotidianeidad como elemento básico e imprescindible en su experiencia. Reflexiones de este estilo pueden encontrarse sobre todo en escritos de la doctora Montesori, Makarenko, Freinet, Neill, etcétera.

Los principios básicos que permiten construir esta perspectiva son los siguientes:

  1. Los niños y niñas tienen unas necesidades.
  2. Los niños estructuran su personalidad en la medida que dan respuestas personales a las situaciones que viven.
  3. Los niños adquieren autonomía.

Soportándose en los dos aspectos anteriores y a medida que éstos se producen, los niños devienen más autónomos, subrayándose que es necesario que se dé la posibilidad de hallar la respuesta a la satisfacción de las propias necesidades y a la existencia de marcos de relación que permitan las estructuración de la personalidad para que este camino hacia la autonomía pueda producirse.

Cuando un niño o niña se siente seguro de sí mismo esta más predispuesto a ensanchar su experiencia más allá de los límites conocidos, a explorar lo desconocido, a aceptar el riesgo del cambio, a modificar sus percepción de la realidad y sus formas de actuar. En condiciones favorables, los niños se vuelven capaces de:

  • Aprender de su propia experiencia, más que de las directrices o de las orientaciones que reciben de los adultos.
  • Descubrir nuevos terrenos de experiencia, superando los que ya conocen porque se han encontrado inmersos en ellos sin que les hayan pedido su opinión.
  • Construir formas de relación en la que están presentes de una forma mucho más personal: escribiendo las cosas y las relaciones con unos esquemas propios de interpretación y respondiendo a los demás y a las situaciones con una perspectiva cada día más diferenciada del conjunto.

Resumiendo, si los chicos y chicas pueden llegar a dominar el conjunto de los elementos que configuran su vida cotidiana y las reglas que la regulan, estarán en disposición de producir criterios de interpretación, de acción y de intervención en la construcción y modificación de las realidades que viven.

Esta elaboración de la propia autonomía, de los criterios de discernimiento, de pautas de actuación, de independencia frente a las situaciones más diversas, les hace capaces de plantar más sólidamente sus pies en la realidad, de extraer de ella mayor partido, de actuar de forma progresivamente más madura y si acaece, de impulsar el cambio.

Fuente: Extracto del artículo: PRINCIPIOS PEDAGOGICOS DEL TIEMPO LIBRE.  CORRIENTES DE PENSAMIENTO. Rafael Mendía. INFANCIA Y SOCIEDAD. 1991. Nº 8. Marzo-Abril. Paginas 33-50.

Inteligencia emocional y liderazgo

La inteligencia emocional y el liderazgo están estrechamente relacionados, ya que el rol de líder efectivo no solo tiene habilidades técnicas y conocimientos, sino también habilidades emocionales que le permiten comprender, motivar y guiar a su equipo de manera eficaz.

Dominios de la inteligencia emocional y competencias del liderazgo

Autoconocimiento

  • Conciencia emocional propia: ser conscientes de las propias emociones y reconocer su impacto; utilizar las “sensaciones viscerales” como guía para la toma de decisiones.
  • Valoración propia realista: conocer las propias fortalezas y debilidades.
  • Confianza: seguridad en la valoración que hacemos de nosotros mismos y de nuestras  capacidades.

Autogestión

  • Autocontrol emocional: capacidad de manejar adecuadamente las emociones y los impulsos conflictivos.
  • Transparencia: sinceridad e integridad; responsabilidad.
  • Adaptabilidad: flexibilidad para afrontar los cambios y superar los obstáculos que se presenten.
  • Logro: esforzarse por encontrar y satisfacer objetivos.
  • Iniciativa: Proactividad para actuar cuando se presenta la ocasión.
  • Optimismo: ver el lado positivo de las cosas.

Conciencia social

  • Empatía: ser capaz de experimentar las emociones de las demás personas, comprender su punto de vista e interesarse activamente por las cosas que les preocupan.
  • Conciencia de grupo: capacidad de darse cuenta de las corrientes, redes de toma de decisiones y política del grupo.
  • Servicio: capacidad para reconocer y satisfacer las necesidades del equipo y de las personas a las que se dirige.

Gestión de las relaciones

  • Inspiración: capacidad de esbozar visiones claras y convincentes que resulten altamente motivadoras.
  • Influencia: utilizar un amplio abanico de tácticas de persuasión.
  • Apoyo: saber desarrollar las habilidades de los y las demás mediante el feedback y la guía adecuada.
  • Catalizar el cambio: alentar, promover y encauzar el cambio en una nueva dirección.
  • Gestión de los conflictos: capacidad de negociar y resolver los desacuerdos.
  • Trabajo en equipo y colaboración: cooperación y creación de equipos.