– ¿Qué nos vas a hacer reír?
– A ver qué haces para que me ría, que no me río nunca
Estas dos son algunas de las preguntas que me han hecho antes de comenzar una sesión de risoterapia. Sobretodo en ocasiones donde la gente que va a disfrutar la sesión no sabía que iba a haber esa actividad.
Yo siempre contesto que si, que se trata de reír, de disfrutar y que ni cuento chistes ni hago monólogos (aunque sea graciosete)
Creo que muchas veces no es que tengan curiosidad por como voy a hacer mi sesión, sino que tienen una «vergüenza al futuro». Vamos que piensan en el ridículo que pueden hacer en la sesión. Por suerte, esto suelen superarlo enseguida.
Pero volviendo al tema… Para que surja la risa, hay una clave: Predisposición.
Como pasa con todo en la vida, nadie puede forzarnos a hacer cosas que no estamos predispuestos a hacer, que sean totalmente opuestos a nuestra naturaleza.
Esto quiere decir que, si vamos a una sesión de risoterapia, debemos ir mentalizados, con la mente abierta y predispuestos para reírnos, ya que de cualquier otra forma que vayamos estaremos totalmente condenados al fracaso.
La voluntad de reírnos o de pasar un buen rato es lo más importante que podemos llevar a una de estas sesiones. Sin ella, no hay forma de que nadie en el mundo nos haga reír, ni siquiera la persona más graciosa ni la situación más ridícula. La risa es voluntaria en las sesiones, pero solo si estamos realmente dispuestos a entregarnos a ella podremos sacarles beneficios.
En ocasiones , también se da el caso opuesto. Si nadie puede forzarnos a reírnos cuando no queremos hacerlo, me gustaría ver a alguien tratar de detenernos cuando estamos con el ánimo predispuesto y ya hemos estallado en carcajadas. Es totalmente imposible. A todos nos ha pasado alguna vez tentarnos, empezar a reírnos, y luego darnos cuenta de que, en realidad, aunque queramos, ya no tenemos forma de parar. Esto es porque la situación nos ha predispuesto a la risa y todo lo que de allí en más sucede, en relación con esta situación que nos pareció tan graciosa, solo aumenta la hilaridad. Y llega un momento en que ya no hay un motivo real para reírse, en que ya nos reímos más de la risa misma que de la situación que la generó. Este es el tipo de ánimo que es ideal conseguir durante una sesión.
La risa en la sesiones de risoterapia es autoinducida. Esta es una gran ventaja, ya que no necesitamos esperar que se conjuguen determinados factores que nos hagan reír, sino que se puede generar en cualquier momento, cuando lo deseemos.
Por otro lado, además tiene otra ventaja muy importante: las sesiones son en grupo. Y la risa, cuando estamos con otras personas que también se ríen, es una de las cosas más contagiosas que existen. El cambio que produce, el pasar de esas risitas inducidas y bastante tímidas a una risa verdadera, pura y realmente sentida es muy rápido cuando estamos con otras personas. Además, muy pronto dejamos de sentirnos extraños y hasta ridículos, ya que estamos con gente que esta en la misma situación que nosotros. La sensación de pertenencia a un grupo, de nos ser los únicos en estar haciendo algo es una de las mejores formas de hacer avanzar el trabajo que estamos haciendo.
Además que quienes damos talleres de risoterapia, ya tenemos experiencia trabajando el tema, y conocemos técnicas para hacer que la gente se ría, técnicas que ayudan a la risa espontáneamente.
Así que si en algún momento vais a una sesión o taller de risoterapia… relajaos disfrutad, que va a ser bueno ;O)
«Reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos»
Erasmo de Rotterdam