Perfil del Animador/a Sociocultural (nueva versión)

Hacía tiempo que me apetecía tener una versión diferente de la icónica imagen del «Perfil del Animador/a Sociocultural» sacada del libro homónimo de Ezequiel Ander-Egg.

Ya había publicado una entrada sobre esta imagen, con una versión hecha de fotos con un servidor como modelo.

Es una imagen que utilizo mucho en las formaciones para hablar del perfil del animador/a o monitor/a (como ya comenté en la técnica de «El perfil de…») así que tener una versión más moderna y neutra parecía una buena idea.

Aquí os dejo la ilustración realizada por Angélica Chamorro, una ilustradora que tuve la suerte de conocer en unas jornadas de empleabilidad organizadas hace unos meses para contar nuestra experiencia de «autóMonos», perdón, de emprendedores :O)

Es bueno esto de hacer red. Os recomiendo que paséis por su web.

Y ahora sí, aquí la obra

Con texto a color fondo naranja
Ilustración de Angélica Chamorro

¿Qué hacemos cuando decimos que intervenimos?

Ya había hablado de intervención en otra entrada. En ella contaba algunas definiciones del concepto y los objetivos que tiene.

Le he releído hace poco para una formación que he impartido sobre intervención socioeducativa, y me ha apetecido completarla un poco ya que siempre que releo cosas que he compartido o bibliografía no puedo evitar hacerme preguntas (¿realmente esto pasa? ¿funciona? ¿lo definiría así?…) no porque cuestione lo que se teoriza (bueno en ocasiones, si) si no por buscar la mejor manera de contarlo.

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Dado el contenido de el taller que iba a impartir, la pregunta que más me repetía es la que da título a la entrada «¿Qué hacemos cuando decimos que intervenimos?»

La respuesta corta:

Cuando intervenimos, causamos impacto en las personas.

La respuesta algo matizada:

  • Movemos a la acción (generamos aprendizaje)
  • Ayudamos a las personas a desarrollar todas sus capacidades
  • Potenciamos el desarrollo de la personalidad de cada individuo.
  • Procuramos una adecuación y adaptación de la persona al espacio
  • Provocamos el proceso educativo
  • Dirigimos regulamos la actividad del educando.

Cabe mencionar que la respuesta matizada, está sacada de otra entrada que revisé para la formación. Una que habla del principio de educabilidad.

Lo que quería transmitir en la formación era la intencionalidad educativa que tienen (y deben tener) nuestras intervenciones con personas, que no confundamos el medio con el fin o la actividad con el objetivo. Que el papel y la teoría lo sostiene todo, pero en la práctica delante de las personas con las que trabajamos, tenemos que tenerlo más claro aún.

Ya he comentado otras veces que rehúyo mucho de lo académico, no porque no entienda el valor que tiene, pero si porque no me gustan los dogmas, que es en lo que suelen convertirse las teorías. Y quizá mi aversión no sea con las teorías si no con las personas que no las cuestionan o reflexionan sobre ellas.

No, quizá no, seguro que me repatea esa falta de pensamiento crítico ;O)

La Teoría de los tres círculos

En todo el proceso comunitario aparece básica la Teoría de los Tres Círculos que sistematiza, de manera concreta, el elemento de la participación. Este elemento puede ser resumido en que la participación no va relacionada con las personas, que pueden cambiar en el tiempo, sino con el proceso mismo. Es decir, la implicación de las personas a lo largo del tiempo va cambiando, pero este hecho no pone en peligro la continuidad del proceso.

Es una teoría que se deriva directamente de la práctica y de la realidad de las experiencias participativas y comunitarias y que puede ser explicada mediante los siguientes elementos:

Para que se inicie un proceso participativo, tiene que haber alguien que tome la iniciativa de ponerlo en marcha, de promoverlo. Este alguien – al que llamaremos Núcleo – tiene que garantizar la voluntad de llevar adelante la iniciativa y de asegurar el trabajo mínimo inicial para ponerla en marcha: Círculo nº 1 de los promotores de la iniciativa.

Sin embargo, por las características mismas de la iniciativa, el Núcleo tiene que dirigirse a mucha más gente, invitándola a participar. Frente a esta propuesta de participación sólo puede haber tres tipos de respuesta posibles:

a. Personas que comparten la iniciativa y la van a apoyar totalmente. De hecho, pueden formar parte del mismo Núcleo, es decir, del Círculo nº 1.

b. Personas que comparten la iniciativa pero que pueden participar en ella sólo de manera puntual, parcial, provisional, etc. (es decir, no de manera total). Todas estas personas van a formar parte del Círculo nº 2, es decir, el Círculo de las colaboraciones parciales. Si no hubiese Núcleo, su participación –puntual o parcial, etc.- no podría realizarse. Sin embargo, existiendo el Núcleo, su colaboración resulta muy importante, y de hecho permite el desarrollo del proceso.

c. Personas que no quieren o no pueden participar (los motivos no interesan). Constituyen el Círculo nº 3, al que llamaremos Círculo Informativo, ya que el Núcleo informará a estas personas durante todo el proceso, con la idea de que las situaciones cambian y personas, que han negado su participación en un momento inicial, pueden cambiar de opinión y pasar al Círculo nº 2 o, incluso, al mismo Núcleo.

trescirculos

Naturalmente esto requiere que el Núcleo no se limite a una invitación e información iniciales, sino que las mantenga en el tiempo. En todo proceso participativo se puede participar en cualquier momento del mismo.

Todo esto nos hace comprender que:

Los tres círculos, en realidad son abiertos. Hay movimiento de entradas y salidas en ellos. Es decir: hay personas que empiezan en el Núcleo y luego, por diferentes motivos, pueden pasar al Círculo 2 o, incluso, al 3. Y viceversa.

El proceso necesita de un flujo informativo constante y con el mismo contenido para todo el mundo, para asegurar que los movimientos internos a los tres círculos no produzcan fallos en el proceso mismo, ya que personas escasamente informadas no podrían asegurar la correcta continuidad del proceso.

Esta teoría permite comprender que lo importante es la continuidad del proceso participativo, no la continuidad de las personas. Para ello hay que recordar que las situaciones –subjetivas y objetivas, internas y externas- cambian, y que este es un hecho natural, normal. Pero la metodología tiene que garantizar la continuidad del proceso más allá de las mismas personas. Incluso, desde un punto de vista de salud democrática, en general es bueno que haya un recambio de las personas, y que los cargos o papeles que cada uno puede cubrir en un determinado momento no se eternicen de manera vitalicia.

FUENTE: Fuster, J. B., & Romero, C. G. Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable.