La praxis de la animación sociocultural ha sido en los últimos años, en nuestro país, un instrumento eficaz para afianzar los valores y actitudes del sistema democrático. La puesta en marcha de programas y servicios socioculturales ha servido para crear conciencia colectiva, facilitar el encuentro de los vecinos y la vivencia festiva de la naciente democracia. Está todavía por reconocer el valor que las prácticas socioculturales han tenido en cuanto a acompañar las medidas sociopolíticas que pusieron en marcha la democracia en nuestro país, promoviendo un espíritu de optimismo y generalizando la toma colectiva de la calle y los equipamientos, y manteniendo viva la ilusión utópica por una sociedad más justa y solidaria.
No obstante estas prácticas han ido esclerotizándose con el paso del tiempo, institucionalizándose y «funcionarializándose». De este devenir histórico podemos afirmar que, se han generado los siguientes aspectos negativos:
- La crisis de un discurso, demasiado institucionalizado, anclado en un pasado ya un poco lejano, vacío d contenidos y en muchas ocasiones distantes de una práctica volcada en la prestación de servicios y organización de saraos diversos. A esta crisis ha contribuido el confusionismo creado por el vacío discurso de la gestión cultural como contrapuesto al discurso de la animación.
- Una crisis de credibilidad, provocada fundamentalmente por discursos pragmáticos, el espíritu del máster, que han mercantilizado la vida social y administrativa, desposeyéndola de un discurso humanista.
Pero ante todo ello la animación se presenta, cada vez más, con un brillante futuro, que nos permite afirmar que seguiremos añadiendo cifras a esta breve historia de la animación.
Por varios motivos podemos ser optimistas:
- Porqué la crisis de la sociedad del liberalismo y el pragmatismo, que estamos comenzando a vivir, traerá consigo la revitalización de la animación en tanto práctica del cambio y de la organización social, cambio social basado en valores de solidaridad y cohesión social, profundo humanismo y en consecuencia de una democracia real de participación.
- Porqué la desideologización de las estructuras sociales va a traer consigo nuevos procesos de búsqueda de valores compartidos, motivaciones, y fórmulas de interpretación de la realidad social, en resumen de nuevas ideologías humanistas.
- Porqué la atomización e incomunicación social a las que nos lleva la sociedad de la comunicación de masas, hacen necesario la búsqueda de fórmulas y estructuras para la comunicación interpersonal, grupal y local.
En este sentido la animación sociocultural sigue teniendo su vigencia:
- Identidad cultural y colectiva.
- Participación social.
- Comunicación individual y colectiva.
Una práctica de la animación que sigue teniendo como valores:
- el desarrollo personal y colectivo.
- la participación y las fórmulas de autoorganización.
- la solidaridad como fórmula de organización colectiva.
- la concientización como forma de autodesarrollo.
- la superación de las contradicciones sociales, el cambio social.
Finalmente añadir que la teoría y la práctica de la animación sociocultural se concretiza en la práctica de unas actitudes que, en definitiva son las que autentifican las ideologías y los valores sociales. estas actitudes como hace más de 100 años se concretan en actitudes de:
- solidaridad, en la organización y gestión de la colectividad.
- tolerancia y respeto hacía el otro.
- diálogo y escucha empática.
- autenticidad y coherencia individual y colectiva.
- sensibilidad y respeto ante el hecho cultural como dinamizador del desarrollo.