La risa como actitud

Niños y niñas aprenden a través del ejemplo, por lo tanto, es la familia quien les entrega las primeras enseñanzas de vida. Por eso es importante fortalecer la expresión de la sonrisa como manifestación de optimismo y señal de que se disfruta de las cosas cotidianas, de los propios logros, y también como una manera de enfrentar con esperanza las derrotas.

Esa actitud pasa por entregarles mensajes coherentes y una forma de vida que les permita valerse de cosas simples para enfrentar grandes dificultades. Si un infate goza con pequeñas cosas como la luz y los colores de un atardecer, el canto de un pájaro, las gotas de rocío o un arco iris, probablemente durante su adolescencia o madurez encontrará en esos mismos estímulos la protección contra posibles depresiones, o los verá como útiles recursos para superar sus frustraciones.

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También es importante transmitir que la risa ha de practicarse con una actitud de respeto y generosidad, no como una forma de burla de las debilidades ajenas. Resulta muy fácil caer en la tentación de reírnos de los tropiezos ajenos, ya que hemos recibido un buen aprendizaje en la mayoría de películas cómicas donde alguien muy torpe, despistado o desgraciado se convierte en el hazmerreír de todo el mundo.

Pero la risa sana y beneficiosa es la que sale del corazón alegre, de la mente positiva, desde la emoción de la alegría, desde la confianza, desde el amor, desde la ternura por uno mismo y por los demás.

Todo aquello que nos hace reír muestra una buena parte de nuestra personalidad y de cómo reaccionamos frente al entorno a través de nuestras creencias.

La actitud no es más que una forma de pensar y de reaccionar. Los pensamientos, al igual que nuestras creencias, son creados por nosotros mismos, lo que significa que podemos decidir en un momento dado si éstos son positivos o negativos. Dominar los pensamientos nos permitirá escoger nuestra actitud frente a la vida. Pero para conseguirlo hay que estar atento y receptivo hacia lo que uno piensa, tener en cuenta que el primer pensamiento no es siempre el que corresponde con nuestros sentimientos, sino una respuesta automática a creencias pasadas que nos han inculcado, con las que probablemente ya no estamos de acuerdo.

Para tener una actitud positiva que nos permita reír es necesario romper con los pensamientos que nos limitan y abrir nuestra mente para dejar entrar cada día aire nuevo.

 

Extracto del libro “ El taller de la risa. Guía practica para realizar un taller de Risoterapia” de Enric Castellvi

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