Un programa de voluntariado es herramienta por la que se canaliza la acción desde una entidad.
Y subrayo canalizar, ya que debemos darle forma a la manera en que las personas participan en nuestras entidades, definiendo sus competencias, espacios, responsabilidades. No todo vale.
Yo defiendo el voluntariado como espacio de participación, y creo que hay que cuidarlo. Por eso veo tan importante, además de necesario por ley, tener un plan de voluntariado que recoja lo necesario para el desarrollo de su acción.
Aunque hay buena intención a la hora de colaborar, no podemos dejar que «el buenismo» sea la hoja de ruta del voluntariado. Tienen que saber a qué deben atenerse, qué derechos tienen, qué obligaciones… por ello, mejor dejarlo todo por escrito.
Características de un programa de voluntariado:
Social. Debe ir encaminado a mejorar la sociedad.
Transformador: Pretende transformar la realidad de manera activa
Organizado. Se estructura mediante una serie actividades y procesos con una asignación planificada de recursos materiales y humanos.
Voluntario. Se desarrolla por personas físicas (bajo entidades de voluntariado), sin ánimo de lucro y sin que tengan su causa en una obligación personal o deber jurídico y sea asumida voluntariamente.
Los programas de voluntariado se elaboran desde las entidades de voluntariado. Estas tienen obligación de elaborarlos con el siguiente contenido mínimo (Art. 7 Ley del voluntariado)
Los puntos mínimos que debe recoger son los siguientes:
- Denominación.
- Identificación del responsable del programa.
- Fines y objetivos que se proponga.
- Descripción de las actividades que comprenda.
- Ámbito territorial que abarque.
- Duración prevista para su ejecución.
- Número de voluntarios necesarios, el perfil adecuado para los cometidos que vayan a desarrollar y la cualificación o formación exigible.
- Criterios para determinar el perfil de las personas destinatarias del programa.
- Medios y recursos precisos para llevarlo a cabo.
- Mecanismos de control, seguimiento y evaluación.