Muchas personas llegan a un taller o sesión de risoterapia por primera vez con miedo a hacer el ridículo y se cohíben a la hora de hablar, participar o cuando queremos hacer alguna cosa.
Lo primero que debemos hacer es enfocar el taller desde una perspectiva teórica adaptada al tiempo que tengamos (obvio, no es lo mismo una sesión de 2 horas que un taller de 12 horas).
Es importante remarcar, que nadie va a reírse de nadie, ni se va a obligar a nadie a hacer nada que no quiera hacer. Que no es obligación reírse, que esto es un acto voluntario, aunque en algún momento haya que forzar la risa a modo de entrenamiento para así, de este modo, encontrar nuestra propia forma de reírnos y de desencadenar la risa verdadera y reparadora.
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Calentamiento en mi taller de Risa a esgaya para el Ayto. de Mieres
Una vez realizada esta parte, iniciaremos lo que en el argot de la risoterapia se denomina la fase de calentamiento, donde haremos juegos de desinhibición.
En la fase de calentamiento podemos utilizar diferentes técnicas y elementos que promuevan la desconexión de nuestras preocupaciones a través del juego y el entretenimiento y que nos ayuden a liberar las tensiones del cuerpo y de la mente, para así poder llegar a la carcajada.
Entre ellas podemos destacar: la expresión corporal, los juegos, la música, la danza, ejercicios de respiración, masajes, todas ellas, técnicas para reír de manera natural, sana, para que salga del corazón, del vientre…
Debemos ser creativas y ocurrentes en esta parte del taller, observando en todo momento la evolución del grupo. Un buen calentamiento y desbloqueo es clave para el éxito del taller. La experiencia nos dice que cuando el grupo establece una buena conexión en esta fase, a partir de ese momento, estará dispuesto a abordar cualquier tipo de actividad que se le presente, desde la desinhibición y el disfrute.
Para lograrlo, utilizaremos ejercicios cortos y encadenados, más o menos simples, que incorporen movimientos rápidos y lentos, desplazamientos por a sala, simulación de muecas, gestos, miradas y ademanes, imitar movimientos y sonidos de animales, diferentes formas de andar, bailar, hablar, gritar, saltar, correr, empujar, tocarse, etc. Procuraremos crear situaciones divertidas, cómicas y absurdas, que nos permitan empezar a reír, enfocar la atención en nuestro cuerpo, reducir la vergüenza y aumentar el tono vital.
Los ejercicios a realizar deben requerir algo de esfuerzo, que nos obliguen a respirar, incluso haciéndolo conscientemente, con el fin de oxigenar bien nuestro organismo y prepararlo para la siguiente fase. El oxigeno es una buena fuente de energía y es ideal para calentar motores.
Se pueden trabajar todos estos aspectos:
- Desinhibición. Toma de conciencia de los segmentos corporales.
- Toma de conciencia respiratoria. Percepción visual. Posibilidades de movimiento de los segmentos.
- Componentes del movimiento. Percepción auditiva. Movimiento y expresividad de la cabeza.
- Sensaciones auditivas. Movimiento y expresividad del tronco y de la columna vertebral.
- Movimiento y expresividad de piernas y pies. Formas de desplazarse.
- Percepción, movilidad y expresiones de rostro.
- Percepción olfativa. Máscara facial.
- Percepción táctil, como desencadenante de la expresión.
- Movimiento y expresividad de las caderas.
- El cuerpo en el espacio. El espacio personal. Espcio Grupal
- Espacio, ritmo y direccionalidad.
- Expansión corporal. Movimientos redondos: iconografías individuales y colectivas. Movimientos cuadrados, circulares, triangulares.
- Impulsos. Expansión corporal y disociaciones.
- Disociación-Coordinación.
- Respiración expresiva, forzada, soplidos, aspirciones sonoras.
- Integración de lo corporal y lo afectivo. Sensibilidad grupal.
- Imaginación sensorial.
- Memoria sensorial. Estímulos.
Si hemos hecho bien el calentamiento, notaremos que el grupo ha conseguido la risa floja, empezarán ha hacer bromas entre ellos, actúan en “automático”, gestos exagerados, comentarios divertidos y desinhibidos, respiraciones aceleradas y algún que otro resoplido.