Todo el mundo con la temporada final de Juego de Tronos en la boca (eso que no la sigo y me entero) y yo más preocupado del juego de sillas de los próximos comicios.

Llevamos ya semanas con una precampaña de todos los partidos brutal. No hay día que no salga alguna «perla» del político/a de turno ultra compartida por miles de medios. Y miedo me da. A parte de cabrearme por vivir en el época del titular (donde poca gente lee más allá del mismo) y las noticias falsas, que denota la falta de espíritu crítico que tenemos, lo que siento es pena y miedo.
¿Por qué? pues por lo retrógrado que se escucha estos días, a la gente de la política y a la gente de la calle. Mete miedo de verdad. Y lo siento, no todas las opiniones son válidas. Cualquiera que atente contra los derechos adquiridos, es deleznable.
Puedo discutir sobre diferentes enfoques y modelos de economía, de servicios sociales, de leyes de educación. Pero sobre. ¿violencia de género?, ¿sexualidad?, ¿inmigración?, ¿aborto?, pues no me parece que haya nada que hablar, son derechos, y yo eso no lo discuto. ¿No los quieres utilizar?, no jodas con (o contra) ellos.
Si has aguantado hasta aquí, pensando que vas a encontrar a quien votar, siento decirte que no, porque ni yo mismo lo tengo claro, y es que si me pongo a pensar, me apetece irme como «el pobre Miguel, que hace mucho tiempo que no sale». Pero tengo claro que si que voy a votar. Y aunque nunca he pedido el voto (ni en mi breve militancia en un partido político), esta vez di que lo pido, que al menos vayas, porque la resaca que nos puede durar 4 años es de las malas.