Primero vinieron…

A mi hay cosas que no me caben en la cabeza (y mira que tengo una «almendra» importante)

Puede que esta entrada no esté muy clara precisamente porque lo que busco es aclarar mis propias ideas, ya que escribir me ayuda a «poner orden» en la cabeza. A ver cómo va.

Quién no ha escuchado algunas vez «libertad de expresión» y quién no lo habrá utilizado como justificación para decir lo que se ha querido decir. Y la defendemos a capa y espada (hoy en día a publicación y a tweet) hasta que nos dicen algo que no nos gusta. Ahí solemos indicar que hay «cosas que no se pueden decir»

¿Quién decide ese límite?… ¿La ley? ¿la comunidad?, al final de ello al final hay otras personas, que tendrán sus ideas. Y está bien la imparcialidad, pero, ¿realmente la hay?

También se habla de ser «tolerante», vale. ¿Toleramos la intolerancia?. Esa es la premisa que se habla en la paradoja de tolerancia que fue descrita por el filósofo austríaco Karl Popper en 1945. La paradoja declara que si una sociedad es ilimitadamente tolerante, su capacidad de ser tolerante finalmente será reducida o destruida por los intolerantes. Popper concluyó que, aunque parece paradójico, para mantener una sociedad tolerante, la sociedad tiene que ser intolerante con la intolerancia.

¿Y cómo se hará eso?

 

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Imagen de Peter H en Pixabay 

 

La idea de escribir surge de lo que leo y veo por prensa y redes en los últimos meses.

Tenemos en este país un partido que tiene unas ideas retrógradas que en mi opinión vulneran (o pretenden vulnerar) derechos fundamentales y adquiridos. Al otro lado del Atlántico hemos visto a un Presidente que ha soltado perlas por su boca y sus redes, además de enardecer a personas para «follarse» su proceso democrático (un señor Presidente que en mi mente de friki peliculero, tiene la llave y los códigos para reventarnos a misiles al resto…).

Y ahí están, libres y a su bola. Bueno al «señor Presi» le han quitado su Twitter (que es un empresa privada)

Ahora bien, también hemos tenido «en casa» el caso de un grupo de exmilitares pidiendo que fusilen a personas y un rapero que cantó hace años canciones enalteciendo a una banda terrorista y también publicó tweets sobre el tema.

Al grupo de «jubiletas» militares (que yo sepa) no les han pedido cuentas. Al chaval rapero le quedan pocos días para ingresar a prisión, con varias condenas acumuladas.

A mi todo esto que sucede me da bastante miedo. Por qué hay gente que sale impune y otra no. Vaya por delante que al rapero lo conozco de las noticias, y no defiendo sus letras o tweets. De hecho, casi todas las situaciones anteriores me provocan mucho rechazo.

Pero…

Me parece que hay un debate (o debatazo) sobre la libertad de expresión que no estamos teniendo presente. Podemos decir lo que queremos, pero depende de quiénes seamos nos pasan unas cosas u otras. ¿es es libertad? Me cuesta comprarlo.

¡OJO! pienso sin tener la ideología. No comparto la de ninguno de las aquí descritas. Aunque como dice mi hermano, es mejor que tengamos a las personas retrógradas (aunque incomoden) dentro del gobierno, que pegando un golpe de estado o fusilando en cunetas. Vale. También prefiero canciones a favor del terrorismo que bombas lapa….

Siempre que se cuestiona un «derecho» el que sea, me cuesta pensar que no irá a peor. Este tipo va a ir a la cárcel por cantar (aunque no esté de acuerdo con las letras) y escribir en sus redes. A cuánta gente habéis escuchado decir «burradas» con las que no estáis de acuerdo en vuestro día a día. ¿Y en vuestras redes…? ¿merecen ir a la cárcel?

Creo que nadie debe ser castigado por opinar, porque abrimos una veda muy peligrosa. De ahí que le de título a la entrada con el poema (Primero vinieron…) que escribió un pastor luterano alemán Martin Niemöller. Este trata sobre la cobardía de los intelectuales alemanes tras el ascenso de los nazis al poder y la subsiguiente purga de sus objetivos escogidos, grupo tras grupo. Hay muchas variaciones y adaptaciones en el texto original.

Como no tengo una conclusión más allá de la de «la veda», y esta entrada era un ejercicio era para ordenar ideas, que mejor que acabarla con el poema que le da nombre.

 

Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío.

Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí.

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