Iba a empezar la entrada diciendo «Vivimos en una época donde todos creemos tener la verdad absoluta…», pero mentiría. Creo que desde que el mundo es mundo, cada persona cree tener la razón, y que por ello es la verdad. Y seguramente se SU verdad, nacida de SU propia realidad (vivencias, ideología, situaciones), pero ello no quiere decir que sea la única. En serio creo de verdad, que la verdad absoluta, no existe. Valga la redundancia.
Y aunque el cuento que os comparto hoy, nos puede servir a un nivel personal, es profesionalmente donde nos debe hacer reflexionar.
Las personas que nos dedicamos a «lo social» trabajamos con muchos colectivos, con sus situaciones concretas y características, compuestos por un montón de particularidades gracias a cada uno de los individuos que lo componen.
Antes de comentar nada más, os dejo que leáis…
CUENTO “LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE”
Más allá de Ghor había una ciudad. Todos sus habitantes eran ciegos. Un rey con su cortejo llegó cerca del lugar, trajo su ejército y acampó en el desierto. Tenía un poderoso elefante que utilizaba para atacar e incrementar el temor de la gente.
La población estaba ansiosa por ver al elefante, y algunos ciegos de esta ciega comunidad se precipitaron como locos para encontrarlo. Como no conocían ni siquiera la forma y aspecto del elefante tantearon ciegamente, para reunir información, palpando alguna parte de su cuerpo. Cada uno pensó que sabía algo porque pudo tocar una parte de él.
Cuando volvieron junto a sus conciudadanos, impacientes grupos se apiñaron a su alrededor, todos estaban ansiosos, buscando equivocadamente la verdad de boca de aquellos que se hallaban errados.
Preguntaron por la forma y aspecto del elefante y escucharon todo lo que aquellos dijeron.
Al hombre que había tocado la oreja le preguntaron acerca de la naturaleza del elefante. Él dijo: “es una cosa grande, rugosa, ancha y gruesa como un felpudo”.
Y el que había palpado la trompa dijo: “Yo conozco los hechos reales, es como un tubo recto y hueco, horrible y destructivo”.
El que había tocado sus patas dijo: “Es poderoso y firme como un pilar”.
Cada uno había palpado una sola parte de las muchas. Cada uno lo había percibido erróneamente. Ninguno percibía la totalidad: el conocimiento no es compañero de los ciegos. Todos imaginaron algo, algo equivocado.
Este cuento nos hace ver la incapacidad para conocer la totalidad de la realidad y, en muchas ocasiones, equivocarnos por completo al pensar que la única verdad la es la que hemos vivido nosotros.
Sin duda, para saber cómo era el elefante, lo mejor que podrían haber hecho los ciegos era relacionar y poner en común las diferentes descripciones del animal. Quizá no habrían sido capaces de describirlo perfectamente, pero al menos hubieran tenido una idea más aproximada que la que ofrecían las descripciones individualizadas de cada una de sus partes.
La realidad no deja de ser como un enorme elefante del que solo conocemos porciones insignificantes.
En una situación normal, para conocer nuestra realidad económica, social y política, solo habría que esforzarse un poco y escuchar las diferentes versiones que nos ofrecieran los distintos medios de comunicación. Es posible que no consigamos una imagen de la realidad del todo acertada, pero será mucho mejor que la que tenemos ahora.
Así que hablemos con «todos los ciegos» que podamos, que seguro que obtendremos una imagen más real ;O)