«Intervención» es un concepto muy abierto y, en la mayoría de ocasiones, muy difuso. Lowy (1983) lo define como una acción profesional (cualificada) sobre un sistema social, derivada de un diagnóstico social y a través de medios adecuados y destinada al cambio.
Pérez Serrano y Martín González (1987) señalan que el objetivo de la intervención socioeducativa no es otro que el de favorecer que las personas se descubran, y participen en la vida del grupo y de la sociedad intentando la mejora de la calidad de vida; es decir, consistiría en suscitar grupos funcionales de la ciudadanía capaces de ser agentes activos y responsables de su propio progreso, usando para ello todos los medios.
La intervención constituye un sistema organizado de acciones para lograr cambios de tipo social y estructural, a través de la distribución de los recursos (humanos, tecnológicos, económicos, materiales, etc.), distribuidos en una organización o comunidad de acuerdo con diferentes reglas formales e informales. El aspecto sustancial de la intervención no es otro que la intención de cambio; es decir, el propósito de modificar una situación individual, grupal o comunitaria o externa.
Este cambio según Watzlawick (1986) puede ser de dos tipos:
- De primer orden aquel que altera un elemento del sistema (individuo) o su situación dentro de él, pero sin alterar el sistema en su conjunto.
- De segundo orden, que alteran la relación entre los elementos de un sistema.
Es necesario desarrollar un conjunto de intervenciones válidas en las que se produzcan, a la vez, los dos tipos de cambios (individuales y estructurales). Para crear situaciones, circunstancias y sistemas sanos en las que los sujetos sean capaces de desarrollarse, es necesario operar sobre:
- Personas, que tienen una necesidad, abordándola en su globalidad y complejidad.
- Situaciones, haciendo referencia a la interacción y las dinámicas relacionadas que se generan entre las personas.
No se debe olvidar que toda intervención persigue un cambio que debería realizarse simultáneamente tanto sobre la persona, grupo, comunidad, institución (primer orden), como sobre las relaciones entre éstos (segundo orden).
Una de las condiciones para realizar «el cambio» debería ser operar sobre la situación, y desde ella.
Cualquier intervención psicológica, social, educativa… que se precie, debe basarse en una teoría que la fundamente con todo rigor, en unos métodos y unas técnicas que le permitan ser eficiente a la hora de ofrecer respuesta.
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