Siempre he dicho que una de las suertes de mi trabajo como animador (en cualquier versión) es la cantidad de personas que me ha permitido (y aún me permite) conocer.
En estos 15 años he currado en varias entidades sociales y empresas que me han dado la oportunidad de trabajar en un montón de sitios diferentes: colegios, institutos, centros juveniles, locales varios de asociaciones, camping, parques, pabellones, en la calle, centros de menores, centros penitenciarios, viviendas y otros recursos con alojamiento, entre otros (alguno seguro que se me olvida). Y en esa variedad de sitios me he topado con más variedad aún de personas.
Arriba mencionaba «en cualquier versión de mi trabajo», ya que la animación sociocultural se ejerce de maneras diferentes: en proyectos de ocio y tiempo libre, talleres, reuniones, formaciones o acompañando procesos. Y aunque funciones, tareas y sueldos los he tenido de todas las formas y maneras, el punto en común de todas esas versiones es que como animador, debía transformar algo. Siendo utópico diría que la realidad, siendo realista, la realidad de las personas con las que trabajaba.
O al menos, intentarlo.
Sé con toda seguridad que en muchas ocasiones no se resuelve la necesidad o se da la respuesta a toda la demanda, y menos se cumplen los indicadores . Y aún así, ha habido transformación. Muchas veces no lo percibes en el momento, y tardas años en verlo. Porque ya no trabajas ahí, cambiaste el proyecto o le has perdido la pista a la gente.
Pero… de ahí el título, te acabas enterando cuando se acuerdan de uno…
- Te reencuentras caminando por la calle un niño, ahora ya chaval, que recuerda cuando hablaste con el de fumar.
- Recibes una llamada para contarte rollos laborales de alguien que quiere desahogarse.
- Te mandan un mensaje por Instagram y te hacen un chiste que siempre hacías en el campa urbano hace años.
- Encuentras a una persona que te conoce por unas referencias increíbles de otra con la que trabajaste.
- Te llega un correo para «soltar» alguna movida y quería hablar con alguien neutral.
Y hoy (a 15 de diciembre de 2020), una que me ha hecho especial ilusión:
- Recibir una foto del contrato indefinido que le han hecho a una mujer que se lo merece y te da las gracias por los ánimos, las risas y creer en ella.
No doy más datos (y por supuesto difumino los de la foto), pero joder que alegría.
Y ese mensaje, es el que me ha motivado a escribir esto. Compartir una alegría así conmigo me parece un detalle enorme, y eso que me cometido cuando nos conocimos no tenía nada que ver con el empleo.
Vaya por delante que no creo que por trabajar en «lo social» sea un superhéroe (aunque me encantaría poder volar y no ceje en el empeño de cambiar cosas) hay que tener cuidado con las personas superEGOes de este ámbito que inventan la pólvora y quieren SALVAR al resto del personal.
Pero es que esas situaciones que os contaba antes, y ese mensaje de hoy me han llevado a una reflexión:
No llegamos a saber bien del todo el impacto que dejamos en las demás personas. Es bonito «cuando se acuerdan de uno» y para mi un indicador de que voy por la vida en buen camino. Esto es positivo, aunque hay gente para dar de comer a parte. Por eso desde el trabajo que tengas, sea el que sea, trata con respeto y no seas una mierda humana. Te lo agradecerán/as.
Y poco más, voy a tomarme un café pensando en cuando se acuerdan de mi (uno) ;O)