El espacio debe ser un elemento más de la actividad y, por tanto, es necesario estructurarlo y organizarlo adecuadamente a la actividad que vayamos a desarrollar (no es lo mismo un taller de manualidades que una formación)
El espacio se convierte en factor didáctico puesto que nos ayuda a definir la situación de aprendizaje y nos permite crear un ambiente estimulante para el desarrollo de todas las capacidades del grupo.
Y no hablo solo de aulas, ya que es evidente que es donde se produce el aprendizaje programado, estructurado. Creo que todos los espacios donde trabajemos con un grupo, deben tener el enfoque del que os hablaré más abajo.

Tres aspectos que tenemos que tener en cuenta respecto al espacio:
Debe ser…
- Adecuado para el grupo con el que pensamos trabajar
- Estimulante, accesible, flexible y funcional
- Estético, agradable para los sentidos.
Lledó y Cano (1994) señalan cinco principios para un nuevo ambiente escolar en el aula. Bien vale para el ámbito no formal. Debajo de cada uno os pongo como yo lo interpreto.
- El aula debe ser un lugar de encuentro entre unos y otros.
Sillas dispuestas en círculo, veámonos las caras.
Debe ser un espacio seguro, transmitir confianza.
- Deben sugerir gran cantidad de acciones.
Espacio para crear, para escribir, para dinamizar, para hablar… ya decía mi abuelo que «cada cosa tiene que tener su sitio»
- Debe estar abierta al mundo que le rodea.
Si un tema «de fuera» de la actividad nos ayuda a nuestra tarea de aprendizaje aprovechémoslo
- Debe ser un espacio acogedor.
Ponerlo un poco guapo.
Debe apetecer quedarse.
- Nuestra clase tiene que ser un lugar vivo, un lugar distinto, con personalidad
propia.
Decorar con el trabajo que se vaya haciendo al gusto del grupo, que lo sientan suyo