Un año sabiendo que todo el mundo sonríe en el mismo idioma

Como indico en mi página de presentación, trabajo como animador sociocultural en el Programa de Acogida e Integración a Personas Solicitantes y Beneficiarias de Protección Internacional de Cruz Roja Española en Asturias.

Y justo hoy, uno de marzo, hace un año que comencé en este trabajo.

Una de las cosas que me ha reportado este empleo es romper la barrera de por fin tener un contrato de más de 365 días seguidos (primera vez en mi vida, aunque la vez que más he estado en desempleo han sido dos meses, nunca había pasado ese umbral), lo que me lleva a pensar que vaya jodido está el sector. Aunque no quiero centrarme en eso.

El objetivo de esta entrada es contar que me llevo de este año de aprendizaje y trabajo.

 

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Lo primero, la necesidad de romper los mitos sobre las personas solicitantes de asilo / refugiadas, las migraciones, etc. Mucho antes de comenzar en este trabajo ya había publicado una entrada sobre ello, pero ahora veo que tiene que ser una labora continua.

Conocer un montón de personas diferentes que vienen de realidades opuestas a la mía. Y es tan sano conocer.

Escuchar, mucho. La gente quiere hablar.

Descubrir algunos países que ni sabía que existían (yo pensaba que de geografía iba bien, pero siempre se puede aprender más…)

Confirmar lo que dice una imagen muy compartida en las redes (que en parte titula la entrada) y yo sospechaba desde hace tiempo «todo el mundo sonríe en el mismo idioma». Yo chapurreo inglés con más cara que idea, pero en muchas ocasiones no me ha servido para hablar con personas que utilizan otros idiomas menos extendidos, ahora eso si, con una sonrisa y mucha mímica se hacen milagros.

Redescubrir mi tierrina, porque me he hecho bastantes kilómetros enseñando su nuevo hogar a las personas con las que trabajo. Aplicable también a la oferta cultural.

Educar desde la cotidianidad, explicando cómo ir en transporte público, como hacerse con entradas para un museo, qué es un hórreo, usos y costumbres de la ciudad.

Ver a personas pasándoselo bien y disfrutando. Mi padrino, fue refugiado de la guerra civil española, y siempre cuenta con felicidad como cuando estaba en Francia, un hombre lo sacó de la nave donde dormían y le llevó al teatro a ver una comedia (algo no habitual). Para él fue de lo mejor de su estancia allí (además de reencontrarse con su madre. Pero para saber más tendrás que leerlo). Todavía a día de hoy, a sus 89 años, cuando le cuento dónde hemos ido o qué hemos visto, pone esa cara feliz y me cuenta esa anécdota. Pensar que ayudo a dar un poco de ese «buen rollo» me encanta.

 

No sé cuanto me queda en este trabajo, pero el tiempo que sea, espero seguir sacando todo esto que he aprendido y más ;O)

Cabe mencionar que iba celebrar este «primer año seguido» de trabajo, viajando, haciendo un puentazo y tomando cerveza. Pero una infección de garganta ha transformado mi celebración en no salir de la cama, flipar un poco con la fiebre y tomar caldos….

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