… hace esto o aquello, o cada vez que hacemos una dinámica dice/hace…
Seguro que en algún momento, si trabajas con grupos, has mentado esa frase en alguna conversación con otra persona del mundillo. Y es que quienes trabajamos en «lo social» cuando hablamos de nuestro trabajo, hacemos muchas veces la «terapia» de contarnos anécdotas.
Cada persona es un mundo y cada grupo un universo. Y de la que trabajamos en esos mundos o universos, seguro que nos ha tocado algún perfil «exigente» con en el que tenemos que esforzarnos más.

Aquí os dejo siete perfiles que solemos encontrarnos en los grupos, con algunas indicaciones que creo nos pueden servir para cuando volvamos a decir…
Tengo un/a participante que…
… que no habla
Este perfil de participante es el que menos llama la atención entre los y las “exigentes”. Generalmente permanece en segundo plano, participa poco, frecuentemente es olvidado por el grupo y a veces también por quien dinamiza.
Como el problema de la timidez en parte la inhibición para comunicarse, para otras personas es difícil reconocer sus dificultades y potencialidades. Por ello quienes dinamizamos debemos estimularle e incluirle al trabajo directa pero cuidadosamente; a través de una conversación personal podrá descubrir algunos de sus puntos fuertes.
… que no calla
No tiene problemas para ser expresarse; su problema de comunicación es que no logra escuchar y tampoco le interesa mucho lo que el resto dice. Como esta persona no presta atención al tema que se trata, tiene la tendencia a cambiar los temas frecuentemente con el fin de obtener reconocimiento del grupo. En este caso, el grupo que no logre controlarlo, deberá contar con la ayuda de quien dinamiza.
No deberemos interrumpir bruscamente a el/la «que no calla», pero podremos limitarlo haciendo un resumen de lo que éste ha expuesto para mostrarle que ha sido escuchado y entendido. Al mismo tiempo, deberemos recordar las reglas de la comunicación, como por ejemplo: limitación del tiempo para cada aporte, una lista para ordenar la discusión o la propuesta de visualizar los aportes.
… que lo sabe todo
Este participante es también una especie de «que no calla», pero tiene además el deseo de manipular al grupo en cierta dirección y comprobar su propia opinión como la única válida. Intenta sabotear cualquier discusión incipiente a través de la oferta de una solución “perfecta” que defiende con vehemencia, usando a menudo un lenguaje complicado.
Ante el «que lo sabe todo» el resto del grupo se siente intimidado e ignorado reaccionando agresivamente o bien retrayéndose. Quien dinamiza tendrá que darle confirmación, pero sobre todo dejar claro que existen reglas.
Lo más importante es hacerle saber que se ha entendido su argumentación pero que también existen otros puntos de vista relevantes. No deberemos aceptar decisiones precipitadas antes de que haya sido discutido un mayor número de argumentos.
… que salta por todo
Se caracteriza por discutir con respecto al contenido del trabajo y por criticar los argumentos, métodos y personas.
Existen dos tipos:
- “Hipersensible” que le gusta atacar a los otros pero no soporta ninguna crítica.
- “Insensible” que se irrita rápidamente, pero en poco tiempo se olvida de todo y no le importa la reacción de los otros.
Es importante no dejarse provocar, ni entrar en una discusión conflictiva. Frente a las agresiones deberemos mantener la calma. Es importante por ejemplo, admitir deficiencias, mostrar interés y apertura, pero también hay que defender al resto de participantes y recordar al «que salta por todo» que existen reglas de comunicación.
… que solo sabe quejarse
Tiene un talento para encontrar los lados sombríos de cualquier asunto. Intenta comprobar que algo no sirve o no funciona antes de que haya sido probado. La combinación del perfil «que solo sabe quejarse» con el «que lo sabe todo» da como resultado un perfil “sarcástico”, que se muestra arrogante y superior al resto.
Su ironía y la tendencia a ridiculizar todo provocan el rechazo del resto. Tenemos que recibir y confirmar el aporte negativo, considerar la crítica pero evitar que ésta sea demasiado general. En este caso, debemos solicitar que se concretice y pedir propuestas positivas.
… que está muy motivado/a
Es el tipo de participante que muchas veces quisiéramos tener. Trabaja con dedicación sin exponerse demasiado y está abierto a cosas nuevas. Por otra parte, el resto de participantes con una actitud menos positiva pueden etiquetarlo como “servil” o “pelota” si lo destacamos demasiado.
Debemos evitar que este participante adquiera un rol especial en el grupo, para no provocar a los demás, pero podrá asignarle ciertas funciones, como por ejemplo: integrarlo para la solución de conflictos grupales.
… que va de gracioso/a
Este tipo de participante busca cómo llamar la atención, no a través de sus contribuciones al tema, sino por medio de juegos, chistes y payasadas. Sin embargo, esto puede tener un efecto positivo, por ejemplo, en las pausas o en las celebraciones en donde puede contribuir a crear un clima alegre.
A veces durante el trabajo, una observación graciosa y acertada puede aliviar una situación tensa. La situación se vuelve problemática cuando los chistes contienen agresiones contra el trabajo, el tema, otras persona participantes, etc.
Debemos reconocer los aspectos positivos que este participante puede tener en el grupo en la medida adecuada para orientar al grupo hacia el trabajo.
Y podríamos relatar muchos más, seguro, casi tantos como personas. Sigamos aprendiendo ;O)
Me quedo con la idea de que cada persona es un mundo complejo aveces de desentrañar su comportamiento..
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Sin duda 😉
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