Acompañar al grupo

Puede que sea lo más importante que deba hacer un animador o animadora: acompañar (apoyar, estimular, dar soporte) al grupo (trabajamos con lo colectivo, con la suma de egos, en comunitario)

Siempre digo que la «materia prima» con la que trabajamos son las personas, y ya que nuestra labor es acompañar, merece que le demos varias vueltas a CÓMO hacemos. Ya he compartido una entrada sobre esto (acompañamos desde lo que somos) pero en esta ocasión quiero centrarme en las funciones o deberes que tenemos cuando acompañamos.

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Tomar la iniciativa, liderar. Tenemos la responsabilidad de organizar y dirigir el proceso. Echarlo a andar. Sobre todo al principio. Cuando un grupo se está formando no hay cohesión, no hay una dinámica propia del grupo, así que nos toca ese papel.

Llamar la atención, proactividad. Toda intervención se inicia con una llamada de atención. Nos movemos por el escenario, alzamos una mano, apagamos y encendemos luces, ¡silencio, por favor!, saludamos, tomamos la palabra, ponemos ejemplos, etc.

Mantener la concentración. Debemos proporcionar recursos motivadores y asegurar un ritmo sin interrupciones. Podemos repetirlo en diversos momentos, enfatizar con la voz, expresiones llamativas (¡Muy importante! ¡atención!) o con recursos gráficos, ilustrarlo con anécdotas, etc. Y por supuesto entender que la concentración es limitada…

En este punto quiero mencionar que desde la pandemia, noto que a los grupos (igual personas jóvenes que adultas) les cuesta bastante más concentrarse. Veo relación también con el consumo de tecnología (dedo para arriba y para abajo viendo videos…) se reciben tantos estímulos, que cuesta concentrarse en el mundo no online.

Motivar. Las estrategias para la motivación son diversas. Probar todas las que sean necesarias para conseguir que el grupo se mueva. Algunas ya pueden preverse en la planificación (elección de centros de interés, decisiones compartidas, trabajo colaborativo, etc.), y otras se pondrán en práctica durante la acción directa (anécdotas, chistes, ejemplos contextualizados, refuerzos personales y grupales contacto corporal o comunicación no verbal (expresiones faciales, gestos, desplazamiento).

Trabajar la reflexión y la paciencia. Las personas pueden necesitar tiempo para pensar y concentrarse. No hablemos en exceso. Los silencios pueden espontáneos (los aprovechamos) o explícitos (los pedimos. “Vamos a dejar unos minutos para reflexionar sobre esto”)

Dar consignas para la tarea. Es importante que aprendamos a explicar. Que el grupo entienda lo que debe hacer es nuestra responsabilidad. Así que pensemos bien cómo darles las consignas citando las fases, partes, pasos, concluyendo que se haya terminado una fase para explicar la siguiente. Una gran ayuda es realizar un ejemplo práctico para que se entienda perfectamente lo que esperamos.

Interactuar con las personas del grupo. Preguntar, pedir opiniones, sugerencias, podemos dar algo para leer o pedirles un objeto, etc. Y algo que agradecen mucho las personas es llamarlas por su nombre o apodo (mucho mejor que el «ehh tú»)

Delegar en el grupo. Es bueno que el grupo vaya adquiriendo autonomía. Para ello tenemos que darles la opción de tomar decisiones, organizar su tarea, expresar opiniones y críticas, etc. Acompañar es estar al lado, no encima. Además debemos tender a desaparecer para que el grupo sea autónomo.

Mantener el orden. el orden requiere autoridad. Es necesario asumir el papel de coordinación del proceso y contar con normas mínimas para entenderse. Quiero aclarar que «autoridad» no significa autoritario.

Observar la situación. Cualquier observación puede ser interesante. Como interacciona el grupo, como se expresan o juegan nos puede dar mucha información para nuestro trabajo. Las situaciones informales como los descansos (¡Momentos de café!) o recreos son interesantes pra apreciar las relaciones interpersonales, los liderazgos y los posibles baches.

Valorar y evaluar el proceso. Debemos ver como discurre el proceso que está viviendo el grupo (curso, jornada, campamento, sesión, etc.) Según avanzamos, ajustaremos el proceso en base a la información de que podemos obtener de las evaluaciones, valorando el estado de ánimo, atención, implicación y motivación.

Sistematizar, reunir evidencias. Hay tareas de las que tenemos que dejar «algo escrito». Además de la «hoja de firmas de asistencia» (un clásico), puede que nos toque hacer un diario de campo, realizar anotaciones, escribir informes…

Seguro que alguna me dejo en el tintero, pero con esto, creo que acompañaremos bastante bien ;O)

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