La experiencia universitaria…

Me encanta cerrar ciclos, y este en concreto, ya tocaba. Tras 17 años desde que comencé, 9 de ellos matriculado; por fin he acabado la carrera.

Así que quiero contar por aquí mi «experiencia universitaria» para poner el broche de cierre. Aunque para ello, habrá que empezar por el principio:

Año 2007. Después mi terminar mis prácticas y titular como TASOC, y tras mi aventura catalana como currante de Port Aventura unos meses, decido volver a Asturias. 

Consigo un par de trabajos para el verano, y obtengo una plaza para un curso de formación en Letonia (del Programa Juventud en Acción, hoy sería Erasmus+). Pensando que no tendría mucho trabajo o de continuo como animador y por la inercia de la vida de estudiante, decido que quiero ir a la universidad y contando con obtener beca (sin ella creo que estaría jodida la cosa)

Primera vuelta. Quiero estudiar Educación Social (por aquel entonces, Diplomatura de tres cursos) ya que parecía lo natural después de hacer el TASOC. En Asturias las opciones eran y son hacerlas en un centro concertado adscrito a la Universidad de Oviedo o hacerlo a distancia en la UNED. Con poca pasta y miedo a pasar de todo «porque me conozco» (o creía conocerme), opto por buscar otra carrera que sea presencial. Así entro (con beca) a en septiembre de 2007 a cursar Trabajo Social.

Para mi sorpresa me sale más trabajo del que pensaba, y viniendo de la familia que vengo, siempre he priorizado tener un sueldo. Si a eso lo añades que 2008 arrancó con mucho tiempo en hospitales al enfermar mi madre, estupidez juvenil (mecha corta) y que realmente no quería estudiar esa carrera… dejo los estudios justo en los exámenes del primer cuatrimestre (llegué a hacer un parcial solo…) Poco duré… bueno en septiembre volví a presentarme a los exámenes que al ser becado tenía la obligación de hacerlo (aunque eso es otra historia) Me encantaría decir que con esfuerzo y pasión saqué alguna asignatura, pero no, todo suspenso.

Por suerte, nunca me ha faltado trabajo, ya he comentado en más de una ocasión que desde que empecé a trabajar de animador nunca he sellado la cartilla del paro. Así que compenso abandonar la carrera, con mucho y muchos trabajos. Por ahí me automaldije con el pluriempleo… quería coger experiencia y decía que sí a todo. Ay la juventud (cuanta morralla aguanté, pero que de experiencia obtuve jajajaja)

Segunda vuelta. Viendo que tenía trabajo y que volver a las aulas lo veía poco apetecible, decido al curso siguiente, 2008, matricularme en la UNED, y ya en la carrera quería: Educación Social. Ese primer año además junto a mi hermano. Que pareja tan perfecta para pasarlo bien y charrar, pero no aumentamos nuestro amor filial a base de sesiones de estudio. Creo que los más estudiantil que hicimos fue ir juntos a algún examen. Con 3 de 5 asignaturas aprobadas pienso que voy echarle tiempo a esto y empiezo a bromear con la idea «yo la carrera, la acabo antes de los 40» (39 años cumplidos en marzo de 2025, al palo...)

Tercera vuelta. 2009 / 2010. Bolonia… Con la llegada del Espacio Europeo de Educación Superior y la conversión de la Diplomatura de 3 cursos en un Grado de 4, me reafirmo en «antes de los 40» y aunque me dan opción de «acabar» la Diplomatura, opto por pasarme al Grado y ahí empezó un laaaargo camino que dio forma a esta experiencia universitaria.

Se que soy algo chapas, tranquilidad, no os voy a relatar estos 17 años. Pero creo que para entender las cosas siempre hay que tener algo de contexto.


Paralelo a esas «tres vueltas» seguía trabajando y cogiendo experiencia, descubrí que me flipaba impartir formación y también se me daba bien trabajar comunicación positiva y habilidades sociales con humor (risoterapia), así que la carrera se volvió algo secundario, quizá demasiado.

En todos estos años que han pasado he pasado por todas las fases respecto al Grado:

«Paso, no me vuelvo a matricular más»

«Venga si este año pillo 2 asignaturas más, a este ritmo la acabo…. uff no, mejor cojo solo 2 asignaturas»

«Para que hostias me matriculo, yo ya escogí la alternativa a la universidad, FP Superior, ya me jode pasar por el aro»

«Que oferta más guay… vaya piden la carrera. A ver si la acabo ya»

«Venga en 3 años acabo»

«Tenía que haberla acabado cuando eran tres cursos»

«Aquí el eterno estudiante de educación social» (varias veces me he presentado así jajaja)

También he de decir, que esas «fases» eran arrebatos / reacciones a momentos o situaciones concretas. Siempre he procurado acabar lo que he comenzado, y esto no iba a ser la excepción, aunque cero prioridad.

Durante mucho tiempo, sobre todo los primeros años cuando me preguntaban cuánto me quedaba para acabar, decía que iba por la mitad, por no decir que no tenía ni idea de las asignaturas que me quedaban (y me daba bastante igual) así que estandaricé esa respuesta.

Ese pasotismo también quedó patente en otros momentos, como ir a sacarme el carnet de estudiante 20 minutos antes de un examen, o un año que suspendí una asignatura por no saber que tenía un trabajo, Prueba de Evaluación Continua (PEC) obligatoria, y por más que me me mandaban correos a mi correo electrónico de la universidad, el cual descubrí ese año que tenía. Yo quería acabarla, pero la verdad… poca gana le ponía

Cuando cumplí los 30, tuve un nuevo impulso de «me pongo a ello» influenciado por un trabajo más o menos estable que me daba tiempo para decir que estudiaba, aunque luego hacía lo justito. El impulso me duró unos tres cursos…

El momento en el que me decidí por completo a acabarla fue 2021. Con la empresa con poco más de una año de vida, me parecía interesante tener un plan B al que recurrir si me iba mal. En ese momento si que planifiqué, medí y calculé para acabarla en tres años. Finalmente fueron cuatro, ya que en uno de ellos tuve la brillante idea de coger un curso completo (10 asignaturas) y aunque las saqué (entre febrero, junio y septiembre) no vi la necesidad de agobiarme tanto. Currar de autónomo y estudiar, es una combinación jodida. Así que al tercer año que «me quedaba» le sume uno más, este 2025, y por fin, acabé.


De las asignaturas… La temática es maravillosa y he disfrutado leyendo sobre todos los contenidos que me han propuesto. Sobre estudiarlas, su utilidad para el trabajo real o los trabajos relacionados, ahí, pues hay de todo «como en botica»

Entiendo que debemos tener una base teórica y que contextualizar en el ámbito de la Educación en general y luego acercarnos a la Educación Social, también creo que al estudiarla en modalidad a distancia hace más complicada la puesta en práctica. Me hubiera gustado probar a hacerla en presencial (puede que en otra vida, no en la que escogí) pero para mi es lo que más he echado en falta, la aplicabilidad directa.

Por supuesto, he tenido asignaturas que he disfrutado y creo que les he sacado esa utilidad que quería: Orientación y mediación familiar, Diagnóstico, Diseño de proyectos, Sistematización de Prácticas, Psicología e incluso estadística, entre otras.


Respecto a estudiar a distancia en la UNED. He escuchado a personas amantes y detractoras de la misma. Como todo en la vida… contexto. Para mi, ha sido la mejor opción que he podido tener para estudiar (sin la obligación de asistir a clase) Creo que si eres una persona autónoma (no de régimen de cotización, si no de carácter…) estudiar así te lo amplifica. 

Imprescindible autogestionarse, entender el lenguaje propio de la universidad (Profesor/a y Profesor/a-Tutor/a, PEC, Alf, Ágora, foro…) y buscarse buenos apuntes (mención especial y AGRADECIMIENTO a la cantidad de compañeros y compañeras que los comparten) sobre el material bibliográfico (libros completos he leído 6 o 7 en toda la carrera)

Veo necesario además dominar algo la ofimática y trabajarse mucho la lectura comprensiva (no sé cuantas veces he leído en grupos o foros a gente preguntar por fechas o aspectos que están en las guías de la s asignaturas…)

Y algo que me parece deseable y espero que todo el mundo tenga la opción… CONTACTO CON LA REALIDAD. Yo he tenido la suerte de «sacarme» una carrera paralela trabajando con múltiples sectores y rodeado de muchas personas profesionales, además de participar del movimiento asociativo y hacer voluntariado. Salir de esta carrera, solo con el contacto teórico-práctico de la universidad me parece insuficiente y sesgado.


Por ir terminando… Con esta entrada no pretendo recomendar, cuestionar o sentar catedra de nada, simplemente dejar testimonio de la que ha sido mi experiencia. No pretendo hacer un alegato al esfuerzo (cada quien hace lo que puede) ni ofrecer falsas esperanzas (si quieres, puedes….¡Ja! cuanta gente quiere y no podrá…) o vender la Universidad (lo que soy, de lo que vivo y cobro todavía sigue siendo te la FP) no todo el mundo tiene que pasar por ella (ahora lo digo con conocimiento de causa)

PD:

No es una carta y tampoco es que haya firma, pero después de la parrafada, para acabar bien la «experiencia universitaria» y por mi contexto, tengo que reconocer que un puntazo de orgullo si que tengo por haberla terminado.

Cuando se implementó la matricula universitaria gratuita en Argentina [Una medida que democratizó el acceso a la educación superior, permitiendo que estudiantes de familias obreras, que antes no podían pagar sus estudios, pudieran acceder a la universidad] bajo el gobierno de Perón se hizo famosa la frase  «La conquista más grande fue que la universidad se llenó de hijos de obreros». 

No es que mis padres tuvieran ni en mente ni en meta que fuera a la universidad. Mi madre me quería feliz (¡ay! el hedonista que crio) y mi padre con que tuviera trabajo le valía (aunque no lo entendiera… ¿Animaqué?) Ya se fueron hace tiempo, y aunque el título, el tiempo y la pasta la he puesto yo, me apetece dedicárselo. Después de todo si aquel verano de hace unos cuantos años no hubieran bailado en la verbena de Begoña, yo no estaría hoy escribiendo esto.

Ahora si que si, para acabar... A mi gratis no me ha salido, pero este hijo obrero, de Maricarmen y El Chato, obrera y obrero; si que ha conquistado la universidad.

Y ahora, a seguir currando ;O)

El maestro que prometió el mar

El maestro que prometió el mar es una película de drama biográfico española de 2023 dirigida por Patricia Font y escrita por Francesc Escribano y Albert Val. La película está basada en el ensayo de 2013:Desenterrant el silenci. Antoni Benaiges, el mestre que va prometre el mar (Desenterrando el silencio. Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar) del propio Escribano, de Sergi Bernal, como fotógrafo y documentalista que encuentra la historia durante los trabajos de obertura de la fosa común de La Pedraja en 2010, en Burgos.

Desde que escuché o leí sobre esta película, me apetecía verla. Un maestro que llega a una zona rural y revoluciona con su método… suficiente para llamar mi atención (Educación y cine, me persiguen: ejemplo 1, ejemplo 2 y ejemplo 3) Si le añades que se ambienta en la época de la II República Española previo a la Guerra Civil, sabes que te va a remover. Y es que si conoces tu historia… te toca (o trastoca). Dulzura, pena, rabia… por ahí vas pasando.

La película es un homenaje a una forma de entender la educación de manera humanista e innovadora, basada en la pedagogía de Célestin Freinet. A través del personaje de Antoni Benaiges, se muestra cómo este maestro republicano aplicó en su aula rural técnicas freinetianas como la imprenta escolar, los textos libres y la expresión del pensamiento infantil. Estas prácticas, centradas en el respeto, la creatividad y la participación del alumnado, transforman la escuela en un espacio de libertad y descubrimiento, muy lejos del autoritarismo educativo de la época.

Desde esta perspectiva, en mi opinión, la película denuncia cómo el franquismo no solo aniquiló vidas, sino también una forma de educar más justa y emancipadora. Benaiges representa a un maestro que cree en su alumnado, que les da la palabra y que, como Freinet, entiende que la escuela debe conectar con la vida. La promesa de llevar al grupo a ver el mar es la metáfora de una educación que abre horizontes.

Argumento: Ariadna (Laia Costa) descubre que su abuelo busca desde hace tiempo los restos de su padre, desaparecido en la Guerra Civil. Decidida a ayudarlo, viaja a Burgos, donde están exhumando una fosa común en la que podría estar enterrado. Durante su estancia allí, conocerá la historia de Antoni Benaiges (Enric Auquer), un joven maestro de Tarragona que antes de la guerra fue profesor de su abuelo. Mediante un innovador método pedagógico, Antoni inspiró a sus alumnos y les hizo una promesa: llevarlos a ver el mar.

Algunas frases

“Que no pude cumplir mi promesa, / que me perdonen, / pero que me recuerden / cada vez que vean el mar.”

“Los niños tienen que ser niños… A nosotros no nos dejaron ser niños. […] Mi labor como maestro… es impedir eso, porque los niños tienen que ser lo que ellos quieran, pero, sobre todo, tienen que ser niños.”

La película refleja varios pasajes inspirados en los artículos originales de Benaiges (fuente), como por ejemplo:

  • “Vivir debería ser una armonía superior… Abrir los ojos no es nada fácil. Ni nada cómodo. Supone un esfuerzo y a veces un dolor… Acariciemos una palabra: luz.”

  • “Los niños tienen derecho a alimentarse, a ir vestidos, a tener casa… a correr, a saltar… a ser cuidados.”

Crowdfunding «Tiraña en la memoria»

Candela de Mar de Violetas, compañera y colega, me hace llegar esta información sobre una campaña de micromecenazgo o crowdfounding para relanzar un proyecto precioso.

«Tiraña en la Memoria» es un proyecto artístico que fusiona danza, memoria histórica y dignidad, buscando formas de combatir los discursos de odio y desenterrar las palabras silenciadas del pasado para construir un futuro más consciente. Este proyecto es una continuación de una iniciativa que comenzó en 2016, cuando un grupo de 30 alumnas de danza, bajo la dirección de Candela Guerrero, emprendió una investigación participativa sobre la Fosa Común de Tiraña en Laviana, Asturias. El objetivo era aprender y crear una obra de danza que reflejara sus hallazgos.

Durante este proceso, las jóvenes interactuaron con las familias y la Asociación de Familiares y Amigos de la Fosa Común de Tiraña, formulando preguntas incómodas sobre el pasado, la represión y el silencio que rodeaba a sus abuelas. Este enfoque permitió una exploración profunda de la memoria histórica desde una perspectiva artística y educativa.

En 2025, el proyecto busca retomar su componente escénico, incorporando a algunas de aquellas alumnas, ahora bailarinas profesionales de la Compañía Etymos Danza, y colaborando con diversas asociaciones como La Mar de Violetas, Llanera Joven y la Asociación de Familiares y Amigos de la Fosa Común de Tiraña. Juntas, se plantean nuevamente preguntas incómodas, construyendo respuestas a través del cuerpo y la escena.

El proyecto está actualmente en una campaña de financiación en Verkami, con el objetivo de recaudar 2.300€. Las aportaciones se destinarán a cubrir gastos de producción, vestuario, escenografía y otros elementos necesarios para llevar la obra a los escenarios.

 

EN ESTE ENLACE PUEDES ACCEDER A LA CAMPAÑA

 

¿Por qué me importa tanto este proyecto y creo que debes ayudar a que se desarrolle?

Quizá porque me toca de cerca, al menos en lo colectivo, en lo que hemos sido y seremos como sociedad.

Una familiar lejana recogió las andanzas y pesares de mi bisabuelo, que dentro de lo que ocurrió en esa época, tuvo suerte. La historia narrada en “Una vida truncada: historia de una familia que luchó por las libertades” comparte un núcleo emocional con esta obra: la recuperación de la memoria colectiva y la lucha por la dignidad y la justicia histórica. Ambas historias nos muestran cómo el pasado, cuando no se aborda con transparencia y reconocimiento, puede convertirse en una carga intergeneracional que marca a familias y comunidades enteras.

La danza como vehículo para la memoria colectiva: En el caso de Tiraña en la Memoria, el lenguaje artístico se convierte en una herramienta poderosa para transmitir los silencios y las luchas de los «13 de Tiraña». Las generaciones actuales investigan e interpretan el pasado desde el cuerpo, rompiendo el silencio de décadas sobre la violencia y la represión sufrida durante la Guerra Civil española. Es un acto colectivo de sanación y justicia, que permite rescatar los nombres y las historias de quienes fueron borrados de la memoria pública.

El papel de la comunidad y las nuevas generaciones: Tiraña en la Memoria refleja la importancia de involucrar a la juventud en el proceso de recuperación de la memoria histórica. Al hacerlo, las historias dejan de ser solo tragedias familiares para convertirse en lecciones colectivas sobre la importancia de la libertad, la dignidad y la justicia. Las generaciones actuales no solo son herederas de un pasado doloroso, sino también actores clave en la creación de un futuro consciente y respetuoso con los derechos humanos.

 

Historias como las de Tiraña nos muestran que la memoria no es solo una cuestión del pasado, sino una herramienta fundamental para la construcción del presente y el futuro. Recuperar estas voces y honrar su lucha es una forma de reconciliación, dignidad y justicia, tanto a nivel familiar como social. A través del arte y la palabra, se crean nuevos espacios de reflexión que permiten mantener vivo el legado de quienes lucharon por un mundo más libre y justo.