Ocio del bueno (y con fundamento)

La navidad es inminente, aunque ya hace semanas que podemos comer turrón, y las ciudades estén decoradas con luces de colores.

Esta época del año, es una en las que podemos encontrar más trabajo como monitorxs, animadorxs, dinamizadorxs, etc. Debido a que infancia, adolescencia y parte de la juventud tendrán vacaciones escolares, esto deriva en que tendrán más Tiempo Libre y de ahí que se programen todo tipo de actividades y se contrate a ¿profesionales? para llevarlas a cabo (desde su diseño hasta su ejecución…)

Pongo en interrogantes la palabra ¿profesionales? (¡uy me se me ha vuelto a escapar…!) No para referirme a las personas como tal y si no a las actividades desarrolladas en si

Jugar al pañuelo, recortar hueveras para hacer carpetas, pintar canutillos de papel higiénico o hacer globoflexia, está bien si son herramientas para llegar a un fin y no el fin en si mismas. Si no hay detrás un proyecto educativo, que no una programación de actividades, eso es una prostitución del ocio.

Amén que entiendo a los y las profesionales que trabajan en estas actividades y saben que eso no debiera hacerse así, pero que tiene que comer, que yo puedo ser crítico pero también he trabajado en actividades de ocio, que realmente eran actividades de relleno sin un planteamiento educativo.

Para comprender el valor educativo del Ocio bueno (y con fundamento), y conocer las características de lo que debe ser; me he sacado los apuntes que tienen referencias de gente con más estudios y experiencia que yo.

Ocio

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Dumazedier, en 1971, daba la siguiente definición de ocio:

El ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales, para descansar, para divertirse, para desarrollar su información o su formación desinteresada, o para participar voluntariamente en la vida social de su comunidad”.

El ocio va a estar caracterizado por diferentes notas (Cuenca Cabeza, 1995; Llull  Peñalba, 1999):

  • Disponibilidad de tiempo libre
  • Actitud personal
  • Conjunto de ocupaciones condensadas en las tres “d”: Descanso, Diversión y Desarrollo
  • Componente lúdico
  • Dimensión medioambiental, dentro del contexto territorial y ecológico
  • Desarrollo creativo, que posibilita la autoformación y el entrenamiento de destrezas y habilidades
  • Dimensión festiva o vivencia del ocio junto a la comunidad
  • Carácter solidario del ocio, que promueve la necesidad humana de abrirse, comunicarse y entregarse a los demás

Pero claro, dichas notas son las que se dan en los ocios activos, creativos, que exigen una implicación de la persona, una actitud particular; los ocios pasivos, consumistas… no van a cubrir alguna o ninguna de esas notas.

Así se puede establecer también una clasificación de niveles de aprovechamiento del ocio para la persona (López Andrada y otros, 1982):

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En la medida en que las actividades que se desarrollan vayan caracterizándose por ser más enriquecedoras para la persona se irá subiendo en ese esquema.

El descanso, calma, contemplación… (Que no tienen nada que ver con el ocio estéril de “pasar el rato”) marcará el punto medio de ese aprovechamiento.

Por encima tendremos ocios enriquecedores, y por debajo niveles inferiores del ocio que se pueden definir como ociosidad, caracterizados por la apatía, la inactividad, la frustración y el mero consumo de productos y servicios de ocio.

Ese mayor o menor aprovechamiento del ocio va a pasar por la actitud del individuo al enfrentarse a su tiempo libre. Según Trilla (1993) esta actitud se desarrolla en torno a tres ejes principales:

  • Autonomía: Libertad de elección (o su percepción, al menos) sobre lo que se va a hacer en el tiempo libre.
  • Autotelismo: La actividad de ocio tiene un fin en sí misma, y no busca obtener más que el simple deleite de realizarla.
  • Vivencia placentera: El ocio debe ser satisfactorio y gratificante.

En función de esos ejes, el mismo Trilla define el ocio como:

“una forma de utilizar el tiempo libre mediante una ocupación autotélica y autónomamente elegida y realizada, cuyo desarrollo resulta placentero al individuo”.

Esta concepción del ocio, sin embargo, no ha sido constante a lo largo de la historia (Llull Peñalba, 1999). Es más, podemos considerar que es uno de los avances de nuestra civilización, pues durante siglos el ocio estaba reservado a las élites (podéis leer lo que publiqué sobre análisis histórico del ocio y el TL). 

Han sido las conquistas obreras las que consigan continuas mejoras en el tiempo libre para la ciudadanía: menos horas de trabajo, aumento de salarios, vacaciones pagadas…

Pero hasta 1948, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos no se consagra el derecho al tiempo libre y al ocio: “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas (art. 24)”.

En nuestra sociedad actual, vamos a distinguir 3 concepciones del ocio (Cuenca Cabeza, 1998):

  • El ocio como autorrealización: Se entiende el ocio como un ejercicio de libertad y autodesarrollo personal y comunitario, un proceso dinámico de perfeccionamiento, de mejora, de adquisición de habilidades…
  • El ocio como derecho: Se entiende el ocio como un derecho inalienable, y que se explicita reconociendo el derecho de los ciudadanos a la cultura, al deporte, al turismo… Derecho que ni siquiera en nuestra sociedad es efectivo: véase por ejemplo las personas discapacitadas.
  • El ocio como calidad de vida: Se entiende el ocio como un requisito indispensable para garantizar la calidad de vida de las personas, que reporta indudables beneficios directos (satisfacción de la necesidad de ocio, prevención de enfermedades, mantenimiento de la forma física y mental…) e indirectos (corrige y equilibra otros desajustes y carencias personales y sociales).

Las tres son acertadas; es más, como realmente puede definirse el ocio y adquirir todo su sentido positivo y enriquecedor es teniendo en cuenta esas tres corrientes o concepciones.

Una perspectiva integradora del ocio lo podría entender del siguiente modo:

el ocio es un derecho que deben disfrutar todos los seres humanos, independientemente de su  raza, color, creencias o condición social, porque tiene indudables consecuencias sobre el ejercicio de la propia libertad y la capacidad de autorrealización de las personas, grupos y comunidades, siendo un elemento a la vez garante e indicador de la calidad de vida”.

Habla...