Big Fish

Big Fish es una película de 2003 dirigida por Tim Burton y escrita por John August. Está basada en la novela Big Fish: A Novel of Mythic Proportions de Daniel Wallace, protagonizada por Ewan McGregor, Albert Finney, Billy Crudup, Jessica Lange, Alison Lohman, Steve Buscemi, Helena Bonham Carter y Danny DeVito.

Argumento: Como una red entretejida de historias reales y exageradas, Big Fish es la historia de Edward Bloom y aquellos que le aman. Aunque no siempre cree todo lo que dice, para Edward el relato lo es todo.
Edward Bloom (Albert Finney) es muy conocido como contador de historias sobre su colorida vida de joven poco ordinario (Ewan McGregor), cuando su pasión por los viajes lo llevo por todo el mundo y de vuelta otra vez. Sus míticas proezas van de lo encantador a lo surrealista, entretejiendo sagas épicas sobre gigantes y hombres lobo, cantantes de salón coreanas, una bruja con un ojo de cristal que puede ver el futuro – y desde luego, un gran pez que se niega a ser cogido.
Las fabulosas historias de Bloom encantan a cualquiera que se encuentra excepto a su hijo Will (Billy Crudup), que también ha abandonado su hogar, pero en este caso para escapar de la gran sombra de su padre. Cuando Edward enferma y su mujer, Sandra (Jessica Lange), trata de reconciliarlos, Will se embarca en su propio viaje personal para separar el mito de la realidad de la vida de su padre y aceptar los grandes éxitos y los grandes fracasos de éste.

Algunas frases de la película:
«Cuanto más difícil es hacer algo, mayor es la recompensa que te espera al final.»
«Eras un pez grande en un estanque pequeño, esto es el océano y te estás ahogando.»
«Hay momentos en la vida en el que un hombre razonable debe admitir que ha cometido un error terrible… ¡La verdad es que yo nunca fui un hombre razonable!»
«Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias. Siguen viviendo cuando él ya no está. De esta forma, el hombre se hace inmortal.»

La ciudad de los muchachos

La Ciudad de los muchachos es una película de 1938 dirigida por Norman Taurog, y protagonizada por Spencer Tracy, quien interpreta al Padre Flangan, cuya proyecto con jóvenes sin hogar, nutre el argumento de la película.
Argumento: El padre Flanagan (Spencer Tracy), tras una conversación con un convicto condenado a muerte, que ha llevado una mala vida, ya que nadie se preocupo en su infancia de guiarle, se decide a abrir un hospicio para acoger a niños sin hogar y muchachos que viven en la calle: «La Ciudad de los muchachos», un lugar gestionado por muchachos para muchachos.
Sus problemas llegarán de verdad cuando el joven Whitey Marsh (Mickey Rooney) llega a la comunidad y traiga de cabeza a todos con sus modales, su rebeldía y su caracter agresivo.
Más que una película:  Tanto el personaje príncipal de la película, el Padre Flangan, como su proyecto, han existido realmente. Edward Joseph Flanagan (1886-1948). Sacerdote católico que dedicó toda su vida a la educación de niños y jóvenes delincuentes y abandonados. Fundó la Ciudad de los Muchachos.

Irlandés de naciemiento, Comenzó a ejercer su ministerio en EEUU. Desde un principio se sintió preocupado por las condiciones de vida de los rechazados e inadaptados sociales. En 1917 fundó en Omaha (Nebraska) una residencia para trabajadores sin empleo. Paulatinamente llegó a la conclusión de que el mejor método de reforma social era la redención de la juventud inadaptada. En el mismo año de 1917, con 90 dólares prestados, fundó una casa para niños sin hogar; en un principio, contó sólo con cinco niños, tres de ellos procedentes de los tribunales tutelares de menores y dos recogidos en la calle. La idea central del padre Flanagan se resume en esta frase, que él repetía constantemente: «No existe en realidad, un solo muchacho auténticamente malo» (There’s no such thing as a really bad boy).
El padre Flanagan estaba convencido de que la fórmula más adecuada para readaptar a sus jóvenes inquilinos era fomentar en ellos el espíritu de responsabilidad; para ello, desde un principio, trató de implantar la educación en régimen de autogobierno. En 1926 realizó ya un primer intento de organización de la Ciudad de los Muchachos en régimen autónomo, con autoridades nombradas por los propios jóvenes. Aquel intento, sin embargo, no cuajó hasta que, en 1935, el gobierno de EE. UU reconoció a la Ciudad de los Muchachos como una entidad municipal con todos los pronunciamientos jurídicos. Entonces, y previa una campaña electoral en toda regla, se nombraron los correspondientes cargos en régimen democrático. El gobierno, así designado periódicamente, se ocupa, desde entonces, de todo lo referente al régimen interno de la Ciudad de los Muchachos; el padre Flanagan se limitaba a intervenir en los casos extremadamente graves. Los éxitos educativos logrados en la Ciudad de los Muchachos fueron enormes; un gran número de jóvenes educados en ella pasaron a ocupar más tarde puestos honorables en la sociedad norteamericana.
Algunas frases de la película:
– El quiere reonocer sus deuda con el estado.
– Qué dice… ¿Mi deuda con el Estado?
– De haberla reconocido, no sería tan grande.
– Así que se trata de eso, porque le debo algo al Estado me van a quitar la vida. Cuando yo era chico, a los 12 años mi madre murió. ¿Le pasé yo la cuenta al estado por las veces que dormí en la calle?
– No se lamente, el estado le acogió en sus brazos 3 años
– Si, en un reformatorio, ja, cuando entré allí robar un panecillo me costaba trabajo, al salir de allí podía asaltar un banco
Y se queja…
– Oiga amigo, dentro de unos minutos me van a llevar, así que hablaré claro. ¿Qué hacia el estado cuando un chicuelo hambriento y abandonado dormía en cualquier parte, en compañía de rateros, hampones y borrachos? ¿Fué entonces cuando en empezó la deuda? Solo tuve por compañeros a los chicos de la calle. Había que ser un golfo para salir adelante.

«No existe en realidad, un solo muchacho auténticamente malo»

 



Báilame el agua


Báilame el agua es una película española del año 2000 dirigida por Josecho San Mateo, basada en la novela homónima de Daniel Valdés, que también fue quien adaptó el guión.

Argumento: David y Carlos son dos chicos veinteañeros, vagabundos, que viven en las calles de Madrid, tocando música en el metro, durmiendo en bancos y compartiendo la vida con aquellas personas que, al igual que ellos, por distintas razones están en la calle. David es un chico introvertido, con un inmenso mundo interior que apenas sale a la superficie a través de su poesía. Un día David ve a una chica (María) en el metro que le deja fascinado y tras varios días observándola, decide regalarle una de sus poesías escrita especialmente para ella. A partir de ese momento, David y María vivirán una dilatada historia de amor contextualizada en el Madrid más sórdido y cruel, un mundo de pensiones baratas, drogas y prostitución, donde la inseguridad y el miedo se enfrentan al amor que hay entre María y David.


Un descenso a los infiernos que cada día se cruza con cada uno de los que vivimos en las ciudades de un país que, como dijo Manuel Vázquez Montalbán, no hizo a tiempo la Revolución industrial.




Comentario del autor de la novela homónima: «Báilame el agua, pensiones oscuras, parques con bellos durmientes, una ciudad hecha de un sólo callejón sin salida. La marginalidad de un circo de seres asociales donde crecen todos los enanos, el amor entendido como crudeza, con orígenes que queremos enterrar, con la muerte que soy yo y está en mí y con gentes que se cruzan en autopistas a cien por hora sin moverse de una estación de metro donde cantan en busca de la moneda del extraño. Y poesía. Y rabia. Todos los seres son uno y ninguno es igual que otro. Fernando Pessoa decía que sólo se entendía como orquesta. Cada uno de los instrumentos no dice nada por separado. Báilame el agua es una orquesta de personajes con un millón de personas en cada uno de ellos».



Algunas frases de la película:

«Báilame el agua. Úntame de amor y de otras fragancias de tu jardín secreto. Sácame de quicio, hazme sufrir… Ponme a secar como un trapo mojado. Lléname de vida, líbrame de mi estigma. Llámame tonto. Olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora. No me arrastres, no me asustes. Vete lejos…pero no sueltes mi mano. Empecemos de nuevo. Toca mis ojos, nota la textura del calor. ¿Por cuánto te vendes? Píllate los dedos y deja que te invite a un café. Caliente claro. Y sin azúcar… sin aliento»


─ ¿Que escribes?
─ Una carta a los reyes magos.
─ ¿Y qué les pones?
─ Que nos devuelvan la vida.

– Y tú con María qué pasa, ¿que ya no estás?
– Seguirá en la azotea, yo nunca estuve a su altura.


– Tú siempre esperas gestos, yo palabras. Vivimos en mundos distintos y dentro de poco más aun.